Conservar antes que restaurar. Esa es la clave.
Licenciado en Bellas artes con la especialidad en Conservación y Restauración de Bienes Culturales, Máster en Restauración del Patrimonio Histórico, trabajo en el campo de la restauración desde 1997, desarrollando gran parte de mi carrera profesional técnico restaurador del como empleado del Centro de Restauración de la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia. Restaurando y coordinando la obra que allí se ha intervenido, encargándome también del apartado de documentación y análisis científico de las obras.
Personalmente, opino que la función del conservador-restaurador es la de intentar que la obra de arte perdure a lo largo del tiempo, evitando dejar su huella en la misma. Es decir, conservar antes que restaurar, minimizando la intervención siempre que sea posible. Ya que el interés hacia una obra no se demuestra en las veces que ha sido restaurada, sino en las pocas veces que ha necesitado de una intervención. Ahí está la clave. Siendo cada día más consciente del daño que una mala restauración puede hacerle a una obra de arte, arruinándola para siempre en cuestión de minutos, creando daños irreversibles en ella.
Intervenciones desafortunadas, realizadas por escultores o pintores aficionados a la restauración; o por restauradores, debidamente formados, pero sin escrúpulos, donde el interés económico tristemente está por encima del interés por la obra.